Volvemos con la literatura asiática, pero esta vez no en formato manga, sino que en formato libro. Concretamente, con lo que tengo entendido que es un clásico de la literatura japonesa contemporánea. Os presento Los años de espera de Fumiko Enchi, obra con el que ganó el premio literario más importante de su país.

La historia está inspirada por las vivencias de la abuela de la autora, representándonos, como eje central de la trama, las adversidades que sufrían las mujeres japonesas del siglo XIX. El relato narra las vivencias de la familia de Tomo Shirawaka, una mujer casada con un alto funcionario. Todo comienza cuando su marido, después de numerosas infidelidades, le ordena a Tomo que le busque una concubina de su agrado y que la acojan en su casa.
El libro es de corte más bien intimista. Eso hace que la acción parezca lenta, pero sólo porque se recrea en las emociones y las relaciones de los personajes.
Una de las cosas que me ha gustado de este libro es que no se centra en la perspectiva de únicamente de la esposa. Tanto Tomo como Suga y Yumi (las dos concubinas) tienen espacio para expresar su realidad, sus miedos y sentimientos. Además, eso le da juego a la autora para hacernos ver diferentes actitudes ante la situación y como las relaciones de estas tres mujeres cambian con el tiempo.
Para Tomo, como esposa, su principal lucha será la de mantener su posición de señora de la casa y lidiar con la falta de cualquier contacto físico con su esposo. Ella se sostendrá gracias a sus valores y a su dignidad. Por su parte, Suga se debatirá con el sentimiento de ser la sombra de Tomo. Pues aunque por un tiempo tenga la atención del hombre del hogar, nunca llegará a ser dueña del suyo propio. La sumisión y desagrado se pueden sentir en sus ojos numerosas veces. Finalmente, Yumi es un mero capricho que se resigna ante lo que le ha tocado vivir. Sin embargo, una cosa une a las tres mujeres y es la inseguridad ante su propio futuro, ya que si el hombre de la casa las abandona quedarán desamparadas.
A pesar de lo que podría parecer entre ellas se acaba creando una cierta sororidad. Esto se debe a que entienden que ninguna ha escogido esas circunstancias y, por tanto, tampoco es culpa de ellas. Así que por mucho que tengan sentimientos negativos, por lo que la existencia de las otras mujeres de la casa supone para una misma, no se culpan ni se tratan mal.
Todo esto señala al gran hombre de la casa como el culpable de los padecimientos de ellas. La autora le da un pequeño espacio para que la voz de él salga a resurgir con respecto a la relación con Tomo. Lo que podemos ver ahí es que aunque siempre la despreció en el fondo había un cariño y una confianza que no podía poner en ninguna otra mujer.
En conclusión, creo que es una buena obra que nos permite ver un feminismo asiático centrado más en las emociones que en las acciones. También nos permite conocer más de su cultura y su pasado. Si te gustaron lecturas del estilo de Memorias de una Geisha (la cual espero leer próximamente) creo que esta lectura te puede encajar bastante bien.
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